martes, 25 de enero de 2011

Falsas apariencias

Espero que gestos como éste no se puedan prohibir (o regularizar, hilando muy muy fino) Sería perjudicial para la salud.

Grandes momentos de la vida de una persona se verían reducidos por una autoprohibición o autoregulación impuesta, como deleitarse con el placer de fumar un cigarro tras el agotador castigo del sexo; o exhalar el humo en el bar mientras tomas un café y comentas lo hipócritas (y ricos) que son nuestros ex-presidentes...

¡Qué invento esto del cigarro electrónico! Me pregunto qué será lo siguiente en el progreso de la civilización.

2 comentarios:

Angelillo dijo...

muy divertida la entrada, sobre todo en esos momentos tan trascendentales de un ansiado cigarrillo. Pero, mientras el consumo privado no se castigue, tampoco está tan mal. O nos podrían educar a consumir tabaco sin ser yonkies. El problema es, como siempre, el exceso.

Carlos Luengo dijo...

Angel, como se nota que te tira la docencia, jeje. Coincido contigo en acusar al exceso: tanto el exceso de humos (todos malos) como el exceso de prohibiciones.

Un saludo.

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